La llamada “escuela de Londres” no era tal. Al menos no existió como tal. Se trató de la conjunción extraordinaria de una serie de artistas de nivel internacional, que confluyeron en el tiempo (a partir de los años 40 del pasado siglo) y en el espacio (Londres y sus alrededores). También poseían una característica que, esta vez sí, les daba una importante homogeneidad en el concepto del arte, todos ellos practican una pintura figurativa, que contrastará frente a las tendencias abstractas que se daban en aquellos mismos años por Estados Unidos y por el resto de Europa, los unos mediante el expresionismo abstracto, los otros mediante el informalismo.
El nombre de “escuela de Londres” se lo dio uno de sus propios “miembros” R.B Kitaj, pero aparte de este artista, también se incluirá a F. Bacon, F. Auerbach, M. Andrews, L. Kossof, L. Freud, etc. Y algunos contemplan una “segunda escuela de Londres”, o una segunda generación de aquella, con artistas como Paula Rego, Bill Jacklin, Celia Paul, Tony Bevan y Stephen Conroy.
Pero salvando estas dos dimensiones, un tiempo y un espacio y, quizás, alguna proximidad en cuanto a la concepción del arte. Lo cierto es que muchos de estos artistas eran solitarios, algunos herméticos en cuanto a su creación. Podríamos encontrar contactos entre algunos de ellos, como la amistad que unió a Bacon y Freud, y alguna influencia entre ellos, pero no es la norma, y no se puede tomar como elemento demostrativo de esa relación entre los supuestos miembros de la “escuela de Londres” (también llamada Pintura del desastre). Nunca realizaron actividades intencionadamente juntos, ni proclamas ni manifiestos que denotaran una voluntad de grupo.
Destacaría de entre estos artistas a R.B. Kitaj, a Francis Bacon, pero sobre todo a Lucien Freud. El nieto de Sigmund Freud, se presenta como un artista capaz, con sus obras, de sacar a flote los demonios que cada espectador lleva dentro. Su tratamiento del cuerpo humano, sin tratar de expresar humanidad, ni dignidad, sólo la presencia del ser humano en su más desgarrada desnudez, sin erótica ni retórica, hace que cada espectador interprete la obra en función de su propia psicología, de su propia concepción del arte y de sus valores culturales. En definitiva, un artista que plantea la figura del hombre más allá de su condición humana. La especie humana con todos sus matices, sus grandezas y, sobre todo, sus miserias.
La obra de Lucien Freud, puede gustar o no gustar, pero dificilmente deja impasible al espectador que la contempla.
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martes, 8 de septiembre de 2009
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4 comentarios:
No sé qué hago,mando comentarios y no salen. Pues decía en el anterior no visible, bienvenido después de este obligadolapsus. Me gusta el grito del tal Inocencio por la cara de susto, de vez en cuando es bueno que se asusten. Y del lienzo de Freud...mejor no comento.
Hasta la próxima.
Gracias Amanis por tus comenarios. Sí, el cuadro de Inocencio X es una recreación muy "sui generis" de Francis Bacon sobre la obra de Velazquez. Freud, desde luego, no deja impasibles. Sin embargo, este cuadro es el cuadro de un artista vivo que mayor precio ha alcanzado. Fue subastado por la casa Christie's y adjudicado por más de 33 millones de dolares. Hay gustos para todo ¡¡
Que bueno escuchar a Leonard al mismo tiempo, no me dí cuenta antes, o lo tendría apagado, aunque no está muy bien sincronizado. Esmerate y que se oiga un poco mejor, anda.
Besos.
Aprendí anoche a colocar música en el blog, poco a poco voy aprendiendo cosas.
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