sábado, 21 de noviembre de 2009

El niño con el pijama de rayas ( o la pérdida de la inocencia )

La novela del irlandés John Boyne, publicada en España en 2007, representó un boom editorial, no exento de méritos para ello frente a otras novelas llamadas literatura infantil y juvenil (supongamos la saga de Harry Potter). Esta novela supera en mucho su mera calificación infantil o juvenil. Si bien es verdad, que literariamente no me parece una joya (yo tampoco soy un experto en esto), es una novela muy aconsejable a cualquier edad, y especialmente para abrir un interesante y provechoso debate en el aula. Me pasa con ella lo mismo que me pasó en su día con El principito, de A. de Saint-Exupèry (salvando, ahora sí muchísimo, las distancias) que más allá de un cuento infantil, cada vez que lo releo encuentro nuevas experiencias sensoriales en mi ánimo adulto.

El tema no deja de ser un drama, un terrible drama con moraleja final, por lo tanto es una novela necesaria a partir de cierta edad (es una opinión personal) pero no a cualquier edad. Hace unos meses, tal vez algún año ya, una compañera me pidió que diese a los alumnos de 3º de ESO, una pequeña introducción, explicándoles que era el nazismo, que supusieron los campos de concentración, donde se contextualizaban estos históricamente, etc. Se pretendía con ello introducir a los alumnos de este nivel en el ambiente en el que se desarrolla la novela, pues fue ese año de obligada lectura para ellos.
Yo realicé un pequeño power point para ilustrar todo esto, y que lejos de ser exhaustivo sólo pretendía dar una pequeña referencia del momento y la situación que reflejaba la novela.



Ese trabajo es lo que acompaña este texto, pero dividido por problemas técnicos en dos partes, por una el power point y por otra el documento gráfico y musical que concluía el pps después de la última diapositiva.
Otras novelas y películas han tratado el tema de los campos de exterminio y reclusión y la guerra con la visión inocente de un niño, y en concreto me refiero al conocido Diario de Ana Frank o a la película La vida es bella de Roberto Benigni, que no deja de ser un drama sin dejar de ser una comedia.

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