Como ocurre en casi todas las ciudades del mundo, más allá de las infraestructuras, de los lugares institucionales, de los monumentos, de los edificios emblemáticos, de las plazas... sus ciudadanos son el principal activo de toda ciudad. Y la gente de Nueva York no es un caso aparte. Estos viven, sueñan, trabajan, se relacionan... todo ello en una mezcla ingente de razas, culturas, lenguas, religiones... que dan todo el sabor variopinto y mestizo que hace de esta ciudad algo extraordinario.
La ciudad que no duerme, permanece atenta a los latidos vitales de la isla de Manhattan, centro neurálgico de la ciudad, corazón del imperio. Y sus gentes, conscientes de ese devenir, viven intensamente cada latido, cada instante de esa Gran Manzana.
lunes, 22 de marzo de 2010
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