Charles Bukowski, es un escritor incatalogable, a medio camino entre la generación beat de Kerouac y Burroughs y la nunca justa etiqueta de “escritor maldito”. Se me asemeja más a Henry Miller en sus “trópicos” (más Trópico de Cáncer que de Capricornio, pero eso va en los gustos de cada cual). Tal vez, tanto los escritores beat, como Bukowski, sean herederos de Miller. Pero no debe buscarse paralelismos con nadie, Bukowski es en sí, único e irrepetible, pero eso siempre se dice.
Mi encuentro con Bukowski acaeció siendo yo bastante joven, andaría por 16 o 17 años, y fue un tropiezo contemporáneo al que tuve también con Robert Crumb, por lo tanto, me sumergí de lleno en la más ácida crítica de la decadencia y de la doble moral burguesa americana (y me refiero a la América del norte, “of course”), de lleno en el underground más combativo. Al menos así me lo parecía a mí.
Obras como “Factotum”, “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones”, “La máquina de follar” o “Escritos de un viejo indecente”, llenaron mi cabeza de imágenes corrosivas pero muy sugerentes, cargadas de un erotismo descarnado, duro, de un realismo brutal y abofeteador, que hace abrir los ojos y sacudir el alma (ufff¡¡¡, ya salió el alma).
Por último, reconocer que no conocía al Bukowski poeta, y ha sido para mi todo un descubrimiento, grato aunque tardío, pero nunca suficientemente tardío para privarme de esa parte de su obra. Espero todavía encontrarme con una buena traducción de su obra poética para seguir encandilándome, aprovechando mis últimos coletazos adolescentes, con este hombre borracho, mujeriego e iconoclasta, que definió a dios como "una puta negra de 120 kilos". La imagen de dios como mujer, puta, negra y, encima gorda, no debe ser soportable para muchos americanos (del norte). Pero eso ya es otra historia...
martes, 5 de mayo de 2009
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4 comentarios:
No he leido a Bukowski, pero me encanta la gente transgresora, sobre todo cuando se da a conocer. Gracias, leeré algo suyo.
Ya, por fín salen otra vez...
No compres ningún libro, tal vez te pueda prestar yo alguno...
Ay!, acaso sabes quién soy?
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