Las imágenes de guerra, de cualquier guerra, siempre buscan la imagen de un niño, la cara de un niño, los ojos de un niño, para darnos a entender todo el drama, todo el dolor. Los niños representan las principales víctimas en toda contienda. Doblemente víctimas, pues por un lado son inocentes a todas luces en el conflicto y por otro lado están indefensos ante esas atrocidades.
Cuando miramos los ojos de un niño en una imagen de guerra, nos damos cuenta de todo lo que somos, de todo lo que podemos llegar a ser, y el ser humano desciende a los infiernos, su consideración se devalúa hasta extremos insospechados.
Podemos ver la guerra en los ojos de un niño, no solamente en sus fotografías, sino en las imágenes que ellos representan. En sus dibujos, vemos el dolor, pero también la esperanza, vemos la tragedia, pero también el cariño, el deseo de un mundo mejor, y en muchas ocasiones deseosos de poder escribir, por fin, la palabra PAZ.
Dejemos que hablen los niños, miremos la obra de los adultos y sintámonos avergonzados. Nunca es tarde para rectificar, nunca es tarde…salvo cuando la mirada de un niño se mancha, turbia, por el llanto y por el dolor, por el abandono, la separación, el exilio...
Luchemos, sí. Luchemos por que los niños no sean nunca más “carne de cañón”, por que no sean las víctimas de guerras que no han provocado, para que todos sepamos preservarlos de ese trance, de esa miseria de los seres humanos.
Para que nunca más veamos en una fotografía de guerra la mirada de un niño.
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miércoles, 23 de septiembre de 2009
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1 comentario:
Ciertamente, los ojos de un niño no pueden nunca dejar de expresar todo lo que sienten. Los ojos de un niño no mienten.
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