miércoles, 23 de septiembre de 2009

Los niños en la guerra ( o por qué nos empeñamos en seguir llamándonos humanos)

Las imágenes de guerra, de cualquier guerra, siempre buscan la imagen de un niño, la cara de un niño, los ojos de un niño, para darnos a entender todo el drama, todo el dolor. Los niños representan las principales víctimas en toda contienda. Doblemente víctimas, pues por un lado son inocentes a todas luces en el conflicto y por otro lado están indefensos ante esas atrocidades.

Cuando miramos los ojos de un niño en una imagen de guerra, nos damos cuenta de todo lo que somos, de todo lo que podemos llegar a ser, y el ser humano desciende a los infiernos, su consideración se devalúa hasta extremos insospechados.

Podemos ver la guerra en los ojos de un niño, no solamente en sus fotografías, sino en las imágenes que ellos representan. En sus dibujos, vemos el dolor, pero también la esperanza, vemos la tragedia, pero también el cariño, el deseo de un mundo mejor, y en muchas ocasiones deseosos de poder escribir, por fin, la palabra PAZ.


Dejemos que hablen los niños, miremos la obra de los adultos y sintámonos avergonzados. Nunca es tarde para rectificar, nunca es tarde…salvo cuando la mirada de un niño se mancha, turbia, por el llanto y por el dolor, por el abandono, la separación, el exilio...

Luchemos, sí. Luchemos por que los niños no sean nunca más “carne de cañón”, por que no sean las víctimas de guerras que no han provocado, para que todos sepamos preservarlos de ese trance, de esa miseria de los seres humanos.

Para que nunca más veamos en una fotografía de guerra la mirada de un niño.
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lunes, 21 de septiembre de 2009

25 años ( o seguir queriéndote así casi duele)

Cuentan las crónicas, que un día como hoy, hace 25 años, me casé con la Mujer (permitanme que lo escriba con mayúscula) que es la madre de mis hijos, mi compañera, mi amante y de la que estoy, para bien o para mal, muy enamorado (así, sin rubor ninguno). Enamorado.


¿Quién dijo que es fácil? ¿Lo es la vida, lo es el trabajo y la obligación, lo es la devoción...? Pero todo se simplifica cuando se parte de una verdad universal, el Amor (permitanme la osadía de escribirlo, también, con mayúsculas. Aunque suene muy, muy cursi).

25 años de paz (jejeje), 25 años de amor, 25 años...

A esta mujer habría que hacerle un monumento, porque 25 años junto a mi...no es nada sencillo, nada fácil.

Quien sabe, tal vez, dentro de otros 25 años siga con este blog y pueda volver a informar que sigo igual de enamorado (y digo igual por que, hoy por hoy, más es imposible). Tal vez mañana les cuente otra cosa, pero a fecha de hoy... quiero morirme entre sus brazos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

La capacidad de lo simple (o como decir mucho con tan poco)

Hace unos días, revisando correos electrónicos antiguos (a ver si me decido a borrar alguno), vi un correo en el que se me enviaba este vídeo. En aquel momento lo vi, pero tal vez no le preste atención suficiente. Creo que vale la pena difundirlo, me parece un buen corto, porque al igual que los cuentos, concentran en muy poco espacio-tiempo (sólo dura 3 minutos) mucha información, muchos mensajes.


Prefiero no comentarlo y que se comente él por si mismo, por que en este caso, sobraría todo comentario.

Ojalá que este vídeo sea totalmente ininteligible para los niños de dentro de unos años. Lamentablemente, los niños de hoy en día saben muy bien de que se trata en él.

Siguiendo el hilo de este video, consulte la página de donde proviene, y creo que es un filón de buen trabajo cinematográfico, con un lenguaje visual, simple pero efectivo en cada momento, y con buenos mensajes, muy bien realizado. Por lo tanto, no me resisto a remitir desde aquí mis más fervientes felicitaciones a Marisa Crespo y Moisés Romera y a su apuesta por Proyecta Films.



Este de arriba es otro ejemplo del trabajo de este grupo. Pero si tienes curiosidad y te apetece ver algunos más, puedes hacerlo en su página "sala de proyección".
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martes, 8 de septiembre de 2009

La ”escuela de Londres” (o la resistencia de lo figurativo)

La llamada “escuela de Londres” no era tal. Al menos no existió como tal. Se trató de la conjunción extraordinaria de una serie de artistas de nivel internacional, que confluyeron en el tiempo (a partir de los años 40 del pasado siglo) y en el espacio (Londres y sus alrededores). También poseían una característica que, esta vez sí, les daba una importante homogeneidad en el concepto del arte, todos ellos practican una pintura figurativa, que contrastará frente a las tendencias abstractas que se daban en aquellos mismos años por Estados Unidos y por el resto de Europa, los unos mediante el expresionismo abstracto, los otros mediante el informalismo.
El nombre de “escuela de Londres” se lo dio uno de sus propios “miembros” R.B Kitaj, pero aparte de este artista, también se incluirá a F. Bacon, F. Auerbach, M. Andrews, L. Kossof, L. Freud, etc. Y algunos contemplan una “segunda escuela de Londres”, o una segunda generación de aquella, con artistas como Paula Rego, Bill Jacklin, Celia Paul, Tony Bevan y Stephen Conroy.

Pero salvando estas dos dimensiones, un tiempo y un espacio y, quizás, alguna proximidad en cuanto a la concepción del arte. Lo cierto es que muchos de estos artistas eran solitarios, algunos herméticos en cuanto a su creación. Podríamos encontrar contactos entre algunos de ellos, como la amistad que unió a Bacon y Freud, y alguna influencia entre ellos, pero no es la norma, y no se puede tomar como elemento demostrativo de esa relación entre los supuestos miembros de la “escuela de Londres” (también llamada Pintura del desastre). Nunca realizaron actividades intencionadamente juntos, ni proclamas ni manifiestos que denotaran una voluntad de grupo.
Destacaría de entre estos artistas a R.B. Kitaj, a Francis Bacon, pero sobre todo a Lucien Freud. El nieto de Sigmund Freud, se presenta como un artista capaz, con sus obras, de sacar a flote los demonios que cada espectador lleva dentro. Su tratamiento del cuerpo humano, sin tratar de expresar humanidad, ni dignidad, sólo la presencia del ser humano en su más desgarrada desnudez, sin erótica ni retórica, hace que cada espectador interprete la obra en función de su propia psicología, de su propia concepción del arte y de sus valores culturales. En definitiva, un artista que plantea la figura del hombre más allá de su condición humana. La especie humana con todos sus matices, sus grandezas y, sobre todo, sus miserias.
La obra de Lucien Freud, puede gustar o no gustar, pero dificilmente deja impasible al espectador que la contempla.
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