sábado, 6 de marzo de 2010

Una semana en Nueva York (V) (o Por amor al arte)

Para cualquier amante del arte, Nueva York es una de las ciudades más alucinantes. Poseer tres de los museos más emblemáticos dota a esta ciudad de todos los merecimientos para ser la capital del arte, o al menos, una de las capitales del arte en todos los aspectos. Sólo con el Metropolitan tendría ya una presencia más que suficiente para ser considerada de manera relevante. Pero si a este museo se le une el Guggenheim y, sobre todo, el Moma, entonces la cosa ya se vuelve estratosférica.


Pero una semana en Nueva York, no da lugar más que a un somero acercamiento a todos estos tesoros de la cultura humana. Una tarde o una sola mañana en cualquiera de estos museos siempre se hace extremadamente corta, y por ello, siempre queda un regusto amargo a la salida. Tal vez una semana en cada uno de ellos nos permitiese calibrar toda la dimensión de sus salas y de sus obras. Pero…así es la vida…


Repasar la historia de la humanidad, las formas de interpretar la realidad, el mundo de las ideas y su representación, la ideología de civilizaciones y pueblos, la dimensión del hombre enfrentado a la representación de las imágenes, es toda una aventura, y vivir esta aventura paseando por las galerías del Metropolitan, un lujo asiático que nadie debería perderse.

Emocionarse ante el cielo estrellado de Van Gogh, pegar los ojos a los cuadros puntillistas de Seurat o Signac, contemplar el tratamiento de la luz de Monet, los desnudos alargados de Modigliani, extasiarse ante las formas y medidas del diadumeno de Polícleto . Chagall, Balthus, Erns, Picasso, Gris, Kahlo, Duchamp…la historia del hombre, desde que supo interpretarse así mismo, delante de nosotros. Tal vez, no sea para tanto, pero a mí me impresiona.

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